Un estudio con participación del CICA de la UDC alerta de que los veranos extremos en Europa se alargan y la tendencia podría acelerarse

ACoruñaXa
La investigación, publicada en 'Nature Communications', apunta que el calentamiento del Ártico podría añadir hasta 42 días de verano y multiplicar las olas de calor, las sequías y los incendios en el continente
UDC veran
22 Nov 2025

Los veranos europeos no solo son cada vez más calurosos, sino también más largos, y esa evolución podría intensificarse a lo largo del siglo. Es una de las principales conclusiones de un estudio internacional en el que participa Armand Hernández, investigador del Grupo de Investigación en Cambio Ambiental (GRICA) del Centro Interdisciplinar de Química y Biología (CICA) de la Universidade da Coruña, que se publica hoy en la revista 'Nature Communications' con el título 'Consistent response of European summers to the latitudinal temperature gradient over the Holocene'.

El equipo, liderado por la científica Celia Martín-Puertas (Royal Holloway University of London), ha reconstruido la evolución de los veranos europeos durante los últimos 10.000 años a partir de los sedimentos acumulados en el fondo de lagos del continente. Estas capas de lodo, que se depositan de manera estacional, funcionan como 'calendarios climáticos naturales' que permiten reconstruir cómo cambiaron la duración y la intensidad de las estaciones.

Los resultados muestran que hace unos 6.000 años Europa vivió los veranos más prolongados del Holoceno, de casi 200 días al año, comparables a las temporadas cálidas más extremas de la actualidad. Aquel alargamiento estuvo vinculado a un calentamiento natural del Ártico que modificó la circulación atmosférica y favoreció un clima marcadamente estival. Según el trabajo, esos mismos procesos están actuando hoy, pero potenciados por el calentamiento global provocado por la actividad humana.

El estudio se centra en el gradiente latitudinal de temperatura, es decir, la diferencia térmica entre el ecuador y el Polo Norte. Este contraste impulsa los vientos del Atlántico que condicionan el clima en Europa. A medida que el Ártico se calienta casi cuatro veces más rápido que la media del planeta, esa diferencia se reduce, las corrientes de aire se debilitan y se vuelven más erráticas, lo que prolonga los patrones propios del verano y favorece olas de calor y sequías más duraderas, seguidas de episodios de lluvia intensa al final de la estación.

'Cuando el contraste de temperatura entre el Ártico y las latitudes medias se debilita, el verano europeo se expande y se amplifican los episodios extremos tanto de calor como de precipitación', explica Armand Hernández. 'Lo que observamos no es un fenómeno completamente nuevo, sino un comportamiento recurrente del sistema climático de la Tierra. Lo distinto ahora es la velocidad y la intensidad del cambio'.

Los investigadores calculan que una reducción de 1 grado en el gradiente de temperatura entre el ecuador y el Polo Norte puede sumar unos seis días de verano. Si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, Europa podría llegar a registrar hasta 42 días adicionales de estación cálida en 2100 solo como consecuencia del calentamiento del Ártico. Cambios en las emisiones de aerosoles industriales y otros mecanismos de retroalimentación del sistema climático podrían reforzar aún más esta evolución.

Un verano más largo afectará de manera directa a los ecosistemas, a la agricultura y a la salud pública. Aunque en un primer momento unas temporadas de cultivo más extensas podrían beneficiar a algunas zonas del norte de Europa, el aumento de las temperaturas extremas, la falta de agua y el mayor riesgo de incendios forestales podrían revertir rápidamente esos posibles beneficios. Según el equipo, las franjas climáticas tenderán a desplazarse hacia el norte y países como España podrían aproximarse a un clima similar al actual del Sahara.

Para Martín-Puertas, los registros de los antiguos lagos no son solo una ventana al pasado, sino también una advertencia: 'Los sedimentos muestran que el clima de la Tierra siempre ha respondido a los cambios en la atmósfera, pero el ritmo actual está llevando los límites naturales a una velocidad sin precedentes hacia un futuro más incierto'. El trabajo evidencia así la estrecha conexión entre el clima global y las condiciones meteorológicas de Europa y reivindica la importancia de estudiar el pasado para prepararse frente a los desafíos de un planeta en rápida transformación.

⚙ Configurar cookies
0.071340084075928