La tasa de la basura dispara el gasto de las familias en el área coruñesa

La tasa de la basura se ha convertido en el nuevo campo de batalla fiscal y político en los ayuntamientos del área de A Coruña. La actualización de las ordenanzas municipales, que en muchos casos supone la mayor subida de los últimos años, llega con la justificación oficial de que hay que cubrir el coste real de la recogida, transporte y tratamiento de los residuos y cumplir con la normativa europea que exige que el servicio no sea deficitario.
Dónde sube más
– A Coruña es el caso más llamativo. El Ayuntamiento aprobó una revisión progresiva de la tasa de residuos que hará que un hogar tipo pase de pagar alrededor de 62 euros anuales a cerca de 124 euros en 2029. Es decir, un incremento del 100% en un plazo de cuatro años. La subida contó con el respaldo del gobierno local socialista y del BNG, mientras que el PP votó en contra y habló de un 'tasazo'. El Ejecutivo municipal insiste en que hay que equiparar el recibo al coste real del servicio y adaptar la ciudad a las exigencias comunitarias.
– Arteixo, que gestiona el servicio por su cuenta desde que abandonó el Consorcio hace años, prepara también un incremento relevante. El precio previsto para las viviendas sin bonificaciones pasa de unos 49,63 euros a 63,54 euros por semestre, un salto de alrededor del 28%. El Ayuntamiento atribuye la subida al final de la moratoria asociada a la ley de residuos y al encarecimiento estructural del servicio. Están previstas bonificaciones ambientales (de hasta el 15%) para los hogares que participen en programas de reciclaje.
– Ordes aprobó cambios en la ordenanza fiscal de la recogida de basura y señala como causa directa el aumento del canon de Sogama, la empresa pública autonómica que gestiona la incineración y el tratamiento final de una parte importante de la basura urbana gallega. La oposición local calificó ese alza de 'abusiva' y advirtió de que está trasladando presión a las familias y a los negocios.
Las quejas más repetidas
– 'Pagamos más pero el servicio no mejora'. En A Coruña, la oposición criticó el estado de la planta de Nostián, asegurando que no cumple los estándares europeos actuales. Incluso formaciones que apoyaron la subida —como el BNG— exigieron mejoras técnicas en la instalación y una adaptación real al quinto contenedor (orgánica).
– Subida ligada a la vivienda. La idea, debatida en los últimos meses, de vincular la tasa de basura al valor catastral de las propiedades provoca rechazo entre quienes entienden que se convierte en un tributo 'de tipo inmobiliario' y no en un pago por el servicio que cada hogar genera. Los críticos consideran que penaliza más a las familias con viviendas mejor valoradas, al margen del volumen real de residuos que producen. El gobierno local defiende que es un mecanismo para asegurar progresividad y tapar el déficit de un servicio que lleva años por debajo de su coste real.
– El canon de Sogama. En comarcas como Ordes y en la mitad interior de la provincia se insiste en que el encarecimiento del tratamiento final (incineración y vertedero) impuesto por la Xunta a través de Sogama está forzando a los ayuntamientos a repercutir la diferencia directamente en los recibos domésticos. La crítica política aquí no es solo local: señala la política autonómica de residuos, basada sobre todo en la incineración, y la acusa de ser ambientalmente cara y poco ambiciosa en materia de reciclaje.
– 'Se pagan sanciones europeas si no reciclamos más'. La Xunta advirtió de que A Coruña y los ayuntamientos del Consorcio As Mariñas se arriesgan a perder ayudas medioambientales si no implantan ya el quinto contenedor y no abandonan el sistema húmedo-seco de Nostián, considerado ya 'sin cabida en Europa'. El mensaje es claro: menos reciclaje y menos separación en origen = más presión económica futura.
Hacia dónde va la tasa
El escenario que se dibuja para 2026-2029 es que ningún ayuntamiento podrá mantener tasas congeladas. A Coruña tiene ya una hoja de ruta de incrementos anuales hasta 2029, en tramos fijos y variables. La comarca de As Mariñas revisa los precios del servicio cada año dentro de su presupuesto comarcal, y la modernización de la recogida (vehículos nuevos, más rutas, implantación del quinto contenedor) se presenta como argumento para justificar lo que se cobra.
En paralelo, ayuntamientos medianos y rurales como Miño, Curtis, Aranga, Vilarmaior o Vilasantar siguen muy pendientes de lo que marque la Diputación y del coste que Sogama les traslade por el tratamiento final. La idea de fondo es que la basura ya no es un recibo menor: se convierte en un impuesto urbano clave, comparable al agua o al IBI, y con impacto directo en el bolsillo de las familias y en los costes fijos del pequeño comercio.