Entrevista a Arantxa, una de las madres afectadas por la falta de docentes de apoyo en el CEIP Gonzalo Torrente Ballester: 'Cada día que pasa sin respuesta es una barrera más para la inclusión'

ACoruñaXa
 Por Noelia Uceira Vilar Hace unos días,
CAMBRE torrente ballester
Fotografía del centro utilizada para salvaguardar la identidade de la entrevistada
11 Oct 2025

 Por Noelia Uceira Vilar

Hace unos días, Cambre reclamaba la convocatoria urgente del Consejo Escolar Municipal para abordar la falta de Pedagogía Terapéutica y Audición y Lenguaje en el CEIP Gonzalo Torrente Ballester, en Sigrás. Para poner voz a este problema hablamos con Arantxa, madre de dos menores —entre ellos Paulo, un niño con TEA no verbal que cursa cuarto de infantil en Sigrás—. Arantxa relata cómo la escasez de horas de PT y AL, junto a la ausencia de una persona cuidadora permanente, dificulta la incorporación plena de su hijo al centro.

¿Cómo describirías las principales necesidades educativas de tu hijo?
Paulo no tiene totalmente desarrollada su autonomía. No habla, todavía usa pañal y no entiende las órdenes correctamente, por lo que necesita a alguien siempre con él que le ayude en aspectos básicos del aula y del colegio en general. Además, debería contar con un apoyo más completo de Audición y Lenguaje (AL) y de Pedagogía Terapéutica (PT), ya que el tiempo de apoyo actual es muy escaso.

¿Cuándo notaste por primera vez que no se estaban cubriendo los apoyos?
El problema empezó mucho antes de que comenzara el curso. En junio, el equipo de orientación del CEIP Gonzalo Torrente Ballester valoró a Paulo y elaboró un informe sobre sus necesidades. Cuando ese informe llegó a inspección, recibí una llamada para que acudiera con el equipo de valoración de TEA de la Xunta. Dicha valoración fue muy breve y superficial. Tras unos minutos, me comunicaron que las horas de apoyo solicitadas por el centro les parecían excesivas y que, por tanto, no las iban a conceder.

Por lo tanto, algo tan simple como un debate al empezar el día se le hace cuesta arriba. Paulo necesitaría a alguien que le guíe para permanecer sentado y escuchar, siempre dentro de sus posibilidades. No tiene la paciencia necesaria para estar sentado más que unos segundos. En la hora del patio se escapa en cuanto tiene ocasión, y eso puede suponer un problema serio si no hay nadie pendiente de él. Además, a Paulo no le gustan los bullicios ni las aglomeraciones. En resumen, sin ese apoyo la profesora no podría seguir el ritmo de la clase y Paulo tampoco recibiría la educación que merece.

¿Cómo reaccionó el centro ante esta problemática?
Desde el colegio siempre se han mostrado dispuestos a ayudar y a pelear por todo lo que corresponde a Paulo. Han remitido a inspección el expediente y los informes sobre su caso; ahora estamos a la espera de la resolución de la Xunta. Contar con el respaldo del equipo de orientación, de la dirección y del profesorado nos da tranquilidad, y por ello estamos muy agradecidos.

¿Habéis recurrido a recursos externos, como asociaciones o centros de atención temprana?
Desgraciadamente, es un problema general en muchos centros: cada vez hay más niños y niñas con necesidades especiales que no quedan cubiertas. Quizá el mayor problema es que los catálogos de actuaciones no se han actualizado desde hace casi 30 años y las necesidades han cambiado mucho. En nuestro caso, formamos parte de una asociación privada a través de la cual Paulo recibe terapias; trabaja con ellos desde que tenía un año y medio.

¿Cómo está afectando esta situación a vuestro día a día y a la conciliación?
En la familia vamos todos a una y eso es fundamental; tenemos claro lo que queremos para Paulo y nos sentimos respaldados. En cuanto a la conciliación, llevo dos años de baja médica por ansiedad y depresión a causa de la situación que vivimos con Paulo desde hace años. Es muy difícil asimilar algo así y, prácticamente, imposible compatibilizar el trabajo con todas las atenciones que él necesita. Hago al menos cuatro viajes diarios al centro por los distintos horarios de entrada y salida de mis hijos, algo inviable si trabajase. Paulo me necesita y es lo más importante ahora; confío en que, poco a poco, y conforme vaya adquiriendo autonomía, la situación se normalice.

Si pudieras pedir medidas concretas al centro, al ayuntamiento y a la administración educativa, ¿cuáles serían?
En este caso mis peticiones van dirigidas a las administraciones. Al Ayuntamiento le pediría que nos apoye y nos ayude a ejercer presión: hace semanas llamé a la alcaldía para pedir una cita con la alcaldesa y poder exponerle el caso, y aún no he recibido respuesta. Es una cuestión dentro del colegio del municipio y creo que debe considerarse con la seriedad que merece.
A la Xunta le pediría que tenga en cuenta la problemática específica de cada centro y no se limite a aplicar ratios generales. Que el Gonzalo Torrente Ballester sea un centro pequeño no significa que tenga menos necesidades; cada caso requiere los apoyos necesarios, porque de ello depende el futuro de los niños y niñas con estas dificultades.

Por último, recordar que Paulo sigue en pleno período de adaptación, una fase esencial para su evolución y bienestar, y sin el apoyo estable que necesita (Pedagogía Terapéutica, Audición y Lenguaje y una persona de acompañamiento) ese proceso corre un serio riesgo. Por eso pedimos con urgencia a la Xunta que revise y conceda las horas necesarias cuanto antes y al Ayuntamiento que active su respaldo institucional y nos ayude a encontrar alguna solución. Cada día que pasa sin respuesta es una barrera más para la inclusión de Paulo y un gran peso para una familia que no puede esperar más.

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